Metavariables dentro de la función infinita
El tiempo es el elemento supremo de cambio por excelencia en el universo; rige los planetas y los objetos que los ocupan, dando lugar a interpolaciones de fenómenos cambiantes de la materia a lo largo de la eternidad. Uno de estos polos en el ámbito de los seres vivos es la figura del explorador, el navegante. En el recorrido de la existencia, aquel se convierte en un agente del tiempo como tal, no eterno ni omnipresente, pero con la inquietud del creador y transformador de las cosas. Esos somos los seres humanos, que buscamos trascender a ese lugar abstracto donde habitan las fuerzas superiores. De allí ocurre que inventamos dioses, herramientas para el entendimiento de la vida, que imponemos sobre nosotros con un ansia de pleitesía, como son los productos de las nuevas tecnologías. En ese sentido, el cosmonauta ya no viaja fuera del planeta, sino en la nueva frontera final: el espacio digital.
Ha ocurrido en los últimos años una variable en el sistema de valores de la comunicación y el intercambio de datos. Internet se consolida como el nuevo espacio que ocupa gran parte de lo invisible y la escritura secreta de las cosas. Es la interpolación más importante de la época contemporánea, pues las variables del mundo cotidiano, las actividades comunes, han sido absorbidas en ella. Y el arte no ha escapado de aquello. El desarrollo de los dispositivos electrónicos en años recientes es otro polo que gana protagonismo en la función infinita del espacio digital, y sucede también que dentro de este polo surgen otros puntos, nuevas variables que configuran nuevos organismos electrónicos. Los polos explorados en esta exposición digital representan la consolidación de variables escritas con más variables: imagen digital, fotografía, video, sonido, texto; datos que juegan con el lenguaje numérico y la luz, intercalando sus formas entre sí mientras habitan un encierro, un hogar de eternidades.
Los artistas detrás de Interpolos buscamos establecer un contacto con quien nos observa desde el otro lado de la pantalla, a través de la expansión de los puntos de encuentro que proponen nuestras obras al contribuir al flujo del Internet, como células renovadoras dentro de un sistema sanguíneo. Los fundamentos de los polos que cada expositor presenta en su cuerpo de obra son intrincados para dar pie a la manifestación del espacio, la memoria, lo caótico o azaroso, y lo emocional. De acuerdo a la naturaleza de la realización de esta muestra, se legitiman alternativas de construcción y reconstrucción del pasado y presente actual, en el marco de la cuarentena global derivada de la aparición del nuevo coronavirus. Ante este polo microscópico, fortalecemos nuestros procesos y producciones de arte, con piezas que redactan un orden, ejemplares de ilustración tradicional y digital, intervenciones al espacio físico y virtual, edición fotográfica, conjunción de material de archivo, lenguajes de programación e imagen referente a la cultura fandom; voces crecientes para esclarecer o complejizar el discurso de la red.
El espacio que aquí nos ocupa es uno de refugio, de casa para el arte contemporáneo de medios digitales y audiovisuales. Un mundo que nos permite sentir lo complicado de la situación en la que estamos inmersos, que nos señala una diversidad de maneras de vivir este tiempo que puede llegar a ser tan desconcertante como traumático, con la variante de la consolidación de Internet como un nuevo elemento de cambio y reivindicador del valor en lo repetible.
Michelle Márquez y Tigre diminuto, 2020